Noche húmeda, que estás ensartada en mitad del cielo, espera un poco más. Aguántame, ten paciencia. Mi vida ha resbalado hasta caer en la normalidad del ser y se ha deslizado inerte en la vida diurna, donde la lucha por la sobrevivencia depende del resultado de un partido, de la nueva revelación musical, de cuántos hijos llorarán cuando muramos y de las frustradas ganas de hacer el amor cada vez que el trabajo lo permite. Nosotros, los que te amamos por sobre todas las cosas, los que escondemos nuestras alas bajo el ambo, los que arrastramos el peso de tu recuerdo, estamos aquí para esperar también pacientes el momento en que podamos volver. Noche fecunda, no me falles ahora, deja que cumpla mi cometido y vuelva, una vez más, a descansar en tu pubis lleno de soledad.