26.9.21

Catulo

Óyeme, Catulo.

Funesto el ocio te será, amigo,
porque seguiste un beso con tu vida
pero tus 36,5 grados no pudieron entibiar
ese inmenso glaciar que asomaba detrás.
Te encontraste de frente con el blanco peñasco,
lo amaste mientras caías
y cada vez que elevabas tu cabeza
veías que único lugar que ansiaste,
el de ese beso,
fue una jaula de cuatro paredes
que te dedicaba canciones
y después de 20 años como siglos
aún sigues recordando.

Tu ocio nunca más fue tuyo, amigo.
Desde ahí fue suyo y tu garganta bien lo sabe
mientras se reía amable algo explotaba acá dentro.
Tu dolor rió, sentada en la cuneta del frente
como si aún hubiese amor,
y, lanzándote una mirada sin pupilas,
te miró a la cara mientras acercaba a su cuerpo otra figura borrosa.
La reina de copas lo consiguió
y tú, dos de bastos, te quedaste con el nudo y el ahogo
como invitado de honor en tu propio funeral.
Debiste haber aprendido
para haber recuperado tu tiempo.
Ese beso nunca fue tuyo, Catulo.




10.6.21

Tiempo

Cuenteándonos,
como García Márquez,
sabemos el final desde el principio.
Saboreamos la derrota antes de empezar.
Condenados al tiempo. Predestinados
a vivir esperando la antología descarriada,
pulverizando certezas en la inmensidad
de un tiempo que desconocemos.


Sabemos que somos solo un chiste corto,
una interjección imperceptible que cae
a la conciencia de movimiento.
Sabemos el final desde el principio.
Tenemos el tiempo atrapado entre las manos,
pero se esfuma como si fuera de otra dimensión.
Está desfalleciente y
nosotros resignados a no mesurarlo.
A no lograr la resurrección.

Así vivimos, existimos y nos quedamos
sin poder tomar cada segundo y retorcerlo,
sin alcanzar lo que no nos es posible.
Mientras tanto,
construimos tronos para mirar
nuestra condena desde bien arriba,
permaneciendo un ratito entre el cambio,
entre transcurrires diferentes donde
quizás alguna vez pudimos coincidir.

Nos movemos apurados.
Predestinados. Nos levantamos a las 5:30
para esperar barcos creyendo que llegan
o creyendo que zarpan. Mientras
al otro lado del Estigia alguien ríe,
burlándose de nosotros.
Temporales.
Finitos.
Entes.