Huida
Las almas olvidadas reclaman por tí
testigos doloridos de tu partida inminente hacia otros soles
cuando sin querer serlo fuiste tu propio juez.
Tienes la técnica, pero no la esencia suficiente
para escapar sin esperar que el tiempo nos vea.
Subes mientras las cabezas ruedan,
brillas cuando las calderas de apagan
y las banderas que hiciste flamear añoran tu regreso,
levantandose y flotando ante cualquier brisa.
Tu órbita continúa cruzando la salida.
Sin embargo estoy acá, en el canto del infinito
mezclando la fortuna de mi convicción y mi pecho apuñalado,
la felicidad del hallazgo y las alas rotas por la huida.
Y desde acá espero que las horas muertas hayan quedado atrás.
Entiéndelo. Eres tu órbita.
Yo solo intento ser tu sol y tu satélite.
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