Opresión
En mi espalda quedan un par de alas atrofiadas que intentan huir de mí,
jugaron las cartas correctas pero perdieron la partida.
En mi pecho, la voluntad avanza con la locomotora apagada todo el tiempo.
Todo el tiempo.
El tiempo también ha escapado,
la paciencia,
la tolerancia,
y quedamos los dos:
este viejo de mierda
y sus alas ya sin fuerzas,
separados,
confrontados,
ambos.
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